Los fitofármacos son productos farmacéuticos derivados de plantas, es decir, son medicamentos elaborados a partir de compuestos químicos de origen vegetal. Estos compuestos pueden tener propiedades terapéuticas y se utilizan para tratar diversas enfermedades y condiciones médicas.

A lo largo de la historia, muchas culturas han utilizado plantas medicinales para tratar enfermedades. La fitoterapia, o medicina herbal, se basa en el uso de plantas con fines medicinales y ha sido practicada en diversas tradiciones medicinales, como la medicina china, ayurvédica y tradicional africana.

Los fitofármacos se obtienen mediante la extracción y purificación de los principios activos presentes en las plantas medicinales. Estos principios activos pueden ser compuestos químicos individuales o mezclas complejas de sustancias bioactivas.

Los fitofármacos se utilizan en diversas áreas de la medicina, como la cardiología, la oncología, la gastroenterología, la dermatología, entre otras. Algunos ejemplos conocidos de fitofármacos incluyen la digoxina (obtenida de la planta Digitalis purpurea) utilizada para tratar enfermedades del corazón, el paclitaxel (obtenido del árbol del Pacífico Taxus brevifolia) utilizado en el tratamiento del cáncer, y la artemisinina (obtenida de la planta Artemisia annua) utilizada contra la malaria.

Es importante destacar que los fitofármacos deben ser utilizados con precaución y bajo supervisión médica, ya que al ser productos naturales, también pueden tener efectos secundarios y pueden interactuar con otros medicamentos.